El envejecimiento fisiológico lleva consigo la pérdida del volumen óseo, redistribución de la grasa facial y disminución del espesor de la piel con la consiguiente caída de tejidos y la pérdida de la definición del ángulo cérvico-mandibular y pómulos. Se produce de forma progresiva a partir de los 25 años y continúa hasta la muerte. Es un proceso fisiológico de ralentización de la regeneración celular de los tejidos cutáneos, óseos, nerviosos, musculares, endocrinos, etc.
Tratamientos preventivos o paliativos dependerán de las distintas manifestaciones y grado de afectación de las estructuras faciales. El envejecimiento de la epidermis es más marcado en la cara y las manos. Serán por tanto ambas zonas las que más tratamientos preventivos necesiten.
Los signos visibles del envejecimiento cutáneo, son la aparición de arrugas, manchas, descolgamiento, elastosis, atrofia, alteraciones vasculares, formaciones tumorales y afectación de los anejos cutáneos.